Historia

                        Época prehispánica

    Se sabe poco de las anteriores culturas que habitaban la región. Los arqueólogos han encontrado recipientes de piedra trabajada, cerámica de tipo chavinoide, pictogramas incisos en las rocas, objetos de cobre como hachas y anzuelos, cabezas de flecha trabajadas en piedra y restos humanos depositados en cuevas (Guallart 1990: 35-36).
    La familia etno-lingüística jíbara antiguamente se extendía desde la sierra de Ayabaca y sierra sur de Ecuador hasta la ceja de selva de los ríos Santiago y Marañón. No tenía ninguna forma de organización centralizada, sino reconocía a los jefes de unidades familiares. En el caso de amenaza de afuera, se organizaba en torno a un jefe militar.
Según los arqueólogos Carcedo (1992) y Kauffmann (1992), los Mochicas (100 a.C.-700 d.C.) habrían obtenido de la región del Chinchipe mucho del oro para su orfebrería. La tradición oral Wampís habla de conflictos con los “Iwa”, probablemente los Mochicas. José María Guallart (1990: 47-51), en su estudio de la historia awajún,wampís (huambisa), plantea que los seres llamados Iwa, que aparecen en los mitos, serían en realidad los Mochica.
La similitud entre algunos mitos awajún y wampis con algunas expresiones de la iconografía mochica sugieren contactos entre ambas culturas desde hace casi 2,000 años (Regan 1999).
Hacia el año 1450 el Inca Tupa Yupanqui trató de conquistar a los jíbaros de la ceja de selva en un lugar llamado Bracamoros, pero fracasó. Según el cronista español Pedro de Cieza de León, “Por los Bracamoros entró y volvió huyendo, porque es mala tierra aquella de montaña”.
Huayna Capac, según el mismo autor, también fracasó: “Público es entre muchos  naturales de estas partes que Guayna Capa entró por la tierra que llamamos Bracamoros y que volvió huyendo de la furia de los hombres que en ella moran”.
Un informe de Diego Palomino (1965, IV: 185-188) de un viaje por la zona del Chinchipe en 1549 nos habla de los indígenas que encontró. Cultivaban maíz, camote, yuca dulce, maní, algodón y varios tipos de frutas y criaban alpacas. Hacían sus vestidos de algodón y lana. Tenían delante de las puertas de sus casas árboles de Guayabo (Psidium guayava) y Guabas (Inga edulis) y hacían sus herramientas y armas de la palmera chonta (Roystonea oleracea). Dormían sobre barbacoas con esteras, muy a la manera de los Awajún/Wampís de hoy. Los indígenas de Perico y Chirinos tenían la costumbre de lamer la mano de una persona como señal de paz y cortesía. Aparentemente no tenían caciques permanentes.
El autor menciona los árboles de guayabo y guaba delante las puertas. Es una invitación a que se visite la casa, porque significa que pueden ofrecer fruta a sus huéspedes. Dan sombra a las personas, los niños pueden jugar en las ramas del guayabo porque se extienden cerca al suelo, su fruta, corteza y hojas tiernas son remedio para la diarrea y en sus ramas se cuelga la hamaca del bebe.


           Época hispánica
A partir de 1543 los conquistadores españoles repartieron a los jíbaros en encomiendas, exigiendo tributos en oro. Cuando llegaron los españoles, los jíbaros ocupaban la región al este del río Chinchipe que incluye su afluente, el río Chirinos. En 1576 un jesuita, que visitaba el lugar, escribió que un grupo de jíbaros habían matado a un grupo de españoles por los malos tratos (Santiago 1958: 234). Otros fugaban para vivir según sus antiguas costumbres.
Un cronista anónimo (Anónimo 1965, IV: 143), por estos años, apuntó ocho palabras que son del idioma awajún,wampís, con sus significados respectivos en castellano (Regan 2001: 28).
Diego Palomino fundó la ciudad de Jaén en julio o agosto de 1549 con 26 vecinos en un lugar llamado Silla de los Patacones (Martín Cuesta III: 251) y Chacainga a la orilla izquierda del bajo Río Chinchipe. La etnia Patacón o Patagón puede proceder de la palabra awajún,wampís patájun que significa “a mis parientes”
En 1557 Juan de Salinas Loyola fundó la ciudad de Valladolid sobre el margen oriental del alto Chinchipe. El mismo año fundó la ciudad de Loyola contigua a la ciudad indígena de Cumbinamá y también el asiento y Real de Minas de San José sobre el origen del río de San Francisco al este de Loyola, así despoblando el pueblo de Nieva.
Se ha vinculado Jaén con los Bracamoros, pero ellos habitaban un territorio que está ahora en Ecuador. Jiménez de la Espada (IV: 188) dice que Bracamoros es una corrupción de la palabra quichua Pacamuru que significa (“manchados de rojo”). Pero la palabra quichua para rojo no es paca sino puca. Por otra parte, los Bracamoros no se encontraban en un territorio de habla quichua, sino de idiomas jíbaros. Ocupaban una región en torno a la antigua ciudad de Cumbinamá y Loyola, ahora en Ecuador, donde probablemente se hablaba el idioma Shuar. Pakamura en Shuar (Jíbaro) significa lugar llano en el cerro. Es muy probable que esta etnia indígena también ponía sus pueblos en este tipo de lugar. Actualmente la mayoría de los pueblos de la Provincia de San Ignacio está ubicada en pampas en las faldas de los cerros, lugares cotizados por la fertilidad de sus suelos (Olivier 1984: 52).
Los conquistadores repartieron a los indígenas en encomiendas. La gente, que vivía dispersa, fue concentrada en un pueblo, rodeado de tierras que les fueron dadas para su sustento y para pagar el tributo. Las comunidades de la zona del Chinchipe pagaban el tributo con oro. Los pastos eran comunitarios. Los españoles y criollos tomaron tierras abandonadas para conformar haciendas grandes trabajadas por campesinos indígenas bajo modalidades distintas. Sin embargo, los Jíbaros y Chirinos siempre resistían.
Las epidemias fueron causa de la disminución de la población así como los malos tratos por parte de los encomenderos, que alguno vinculaba a las epidemias. El escribano de la Real Audiencia de Quito, Antonio Freire, en un informe a la Real Audiencia en 1591.
En 1598 el gobernador de la ciudad de Logroño de la vecina Gobernación de Yaguarzongo, aumentó demasiado los tributos, bajo el pretexto de festejar el ascenso de Felipe III al trono español. Los Jíbaros, en una rebelión general el año siguiente, mataron al gobernador y demás varones españoles y destruyeron la ciudad. Después de esta rebelión, los españoles de Jaén difícilmente podían trabajar las minas por temor a otra tragedia.
Después de esta rebelión, los Españoles de Jaén dejaron de trabajar las minas de oro por temor a otra tragedia, y se dedicaron a hacer grandes plantaciones de tabaco. Durante los siglos XVII y XVIII los españoles realizaron varios intentos de subyugar a los Jíbaros, pero sin éxito. Así los Jíbaros mantuvieron su libertad durante el resto del período colonial.
Los jíbaros resistieron a ser colonizados, pero no rechazaban a todo extranjero. El astrónomo francés Carlos de la Condamine, que integraba el equipo que midió la curvatura de la tierra en la línea del ecuador, luego pasó por Jaén y navegó por el Marañón y Amazonas hasta el Atlántico. En 1743 visitó el Valle del Chinchipe y constató la disminución de los pueblos fundados por los españoles. Por otra parte, notó que el río era más ancho que el río Sena en París.



           Época republicana
La fiebre del caucho comenzó entre los años 1880 y 1914; y, si bien para muchos grupos nativos en el Perú, la época del caucho significó la condena a la esclavitud y tratos infrahumanos también esta época les representó un mayor acceso al tráfico de mercancías.
A fines del siglo XIX, los patrones caucheros de Chachapoyas y otros lugares se establecieron en la zona, por ejemplo, Amadeo Burga en Nazareth y el señor Yajamanco en Huabico en la provincia de Bagua (Díaz 1902: 215). En 1902 los misioneros agustinos el padre Bernardo Calle y el hermano Converso Villajolí recorrieron la zona y estaban tratando de construir una capilla en Huabico. En 1904 los awajún,wampís hartados de los abusos de los caucheros, en una correría bien organizada, mataron a los caucheros y eliminaron todos los puestos de los caucheros. (Guallart 1997: 125; Larrabure y Correa 1905: 26)
El siglo veinte representa la interrelación entre el mundo occidental y el mundo Awajún, Wampis, así tenemos el establecimiento de un grupo de misioneros nazarenos hacia el año 1925.
En 1941 ocurrió un enfrentamiento entre soldados ecuatorianos y grupos jibaroanos. Debido a ello, en 1946, el Estado perunao estableció diversas guarniciones militares a lo largo de los ríos que conforman la cuenca del Alto Marañón, para conformar la defensa de las fronteras. Ello derivó en la venida de colonos de Cajamarca y Piura,
En 1947, ingresa el Instituto Lingüístico de Verano - ILV, el cual celebró un convenio con el gobierno peruano - en ese entonces el General Odría - y el Director del Instituto Lingüístico de Verano, Sr. Townsend, para la realización de labor educativa de los nativos y la traducción de la biblia a la lengua awajún, wampis.
Los jesuitas establecieron sus misiones a partir de 1949. En la década de los sesenta, el Estado peruano estableció la política de fronteras vivas, las cuales se llevaban a cabo a través del establecimiento de programas de colonización, cuyo fin era garantizar los límites territoriales del país a través de asentamientos poblados en zonas supuestamente despobladas y, es que de acuerdo a la visión del "estratega" peruano de esa época aquellas zonas estaban despobladas y, en todo caso la ocupación por pueblos indígenas no era "garantía suficiente para la defensa de las fronteras nacionales" (Espinosa, O.: 1993-164).
En la década de los setenta, con el hallazgo de petróleo en la zona del Alto Marañón y de sus afluentes, ingresó una nueva oleada de colonos, así como el perjuicio del ecosistema en la zona, debido a la falta de proyectos de saneamiento ambiental por las consecuencias que acarrean este tipo de actividades no sólo en el medio ambiente, sino también en la población. Cuando finalizó la construcción del oleoducto Nor-Peruano muchos de los obreros se quedaron en la zona como agricultores o comerciantes.

          El pueblo wampis a lo largo de su historia ha luchado por la reivindicación de sus derechos, así como de larga trayectoria guerrera, traducida en la organización efectiva que impidió la dominación. Pese a la valoración de este grupo etnolingüístico, el Estado peruano ha hecho caso omiso de su importante papel en la sociedad nacional y planteó "estrategias" erradas a las cuales solamente han podido sobrevivir gracias a su capacidad organizativa y la formación de sus líderes, lo cual les ha permitido afrontar e interrelacionarse con la sociedad externa y conformar federaciones y organizaciones representativas a nivel nacional.







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